La Despedida de Soltero de Víctor

La Despedida de Soltero de Víctor
La despedida de soltero de Víctor

Al girar en la esquina donde se encontraba la pequeña casa que habíamos alquilado para vivir con Víctor luego de casarnos, me llevé una buena sorpresa al acercarme a la puerta de entrada y escuchar música a todo volumen que provenía desde adentro.
Recordaba que habían organizado reunirse en la casa de Pablo, para un asado y seguramente después saldrían “de putas” con todo el grupo. No imaginaba que iban a estar todos allí encerrados, dedicándose a ver quién resistía mejor el alcohol…
Algo en mi interior me dijo que tocara el timbre en lugar de abrir la puerta con mis llaves, pero entonces pude escuchar claramente a pesar de la música:
“Por fin llegó la trola que contrataste!!!” “Vamos, llévenlo a la pieza!!!”

Cuando me abrieron la puerta, se quedaron todos con la boca abierta, agarrándose la cabeza, mientras algunos de ellos trataban de explicarme lo inexplicable.
Mi cara lo decía todo, estaba furiosa, quería matarlo ahí mismo, quería humillarlo delante de sus amigos, tal como estaba humillada yo en ese momento.
Así que entré y les dije: “Querían una trola, van a tener una buena trola entonces”.
Con mi ropa bien ajustada le daba la razón a mis palabras. Muchos de los amigos de mi futuro marido me tenían ganas, me desnudaban con la mirada, me miraban la cola al pasar, seguramente Víctor les contaría algunas de nuestras intimidades.

Así que acercándome a uno de ellos, Pablo, le pregunté dónde estaba escondido mi futuro maridito, recibiendo como respuesta que lo habían atado a una silla en nuestra habitación.
Les dije entonces que le vendaran los ojos y se prepararan para el espectáculo.
Accedieron al instante y cuando estuvo todo listo, entré a la habitación. Ahí en el centro estaba sentado Víctor maniatado, vendado y completamente desnudo, con su linda verga ya bastante dura, aunque todavía no demasiado erecta. Apenas me oyó entrar comenzó a protestar, pidiendo a sus amigos que le quitaran la venda, porque quería ver el material que se iba a comer; pero nadie se atrevió a responderle.

Ahí mismo me incliné sacando la cola y comencé a lamerle la verga, frente a todos sus amigos que no se perdían detalle alguno. De a poco fui tragándomela toda y haciéndole un pete exquisito, ante las aclamaciones de todos, que además disfrutaban la visión de mi culo desnudo sobresaliendo bajo mi corta pollerita. Separé un poco mis piernas haciendo equilibrio, para que también pudieran ver mis labios vaginales bien humedecidos y un poco abiertos. Iba a volver locos a todos esa noche…

Víctor gemía suavemente y comentaba a sus amigos:
“No saben lo bien que me está chupando la pija esta putita”.

Todavía sus amigos me miraban con algo de respeto, a pesar de que estaban disfrutando de cómo le chupaba la pija a mi novio en vivo y en directo, así que asentí con la cabeza y entonces Pablo, que era el mejor amigo de Víctor, enseguida se animó y me levantó la falda hasta la cintura, provocando aullidos de aprobación entre los demás.
Otro más atrevido alargó su mano y pude sentir un par de dedos acariciando mi clítoris y entrando en mi rajita, que a esta altura estaba más que humedecida. Me incorporé y acerqué mi pubis bien depilado a la boca de Víctor, para que supiera que ya estaba lista para empalarme sobre su verga, ahora bien endurecida y apuntando hacia arriba.
Con sus labios me besó suavemente el clítoris. Luego le tomé la cabeza por la nuca y se la hundí de lleno en mi concha, mientras sentía que su lengua entraba en mi interior. Sus amigos deliraban a los gritos; seguramente nunca se habrían imaginado ver mi lado salvaje…
Muy despacio fui bajando sobre esa maravillosa pija que tan bien conocía, cerrando los ojos para disfrutar al máximo del momento, ya no me importaba que los otros idiotas fueran testigos de cómo cogía con mi novio.
Comencé a balancearme sobre sobre la cintura de Víctor, sintiendo su hermosa verga que se abría paso bien profundo dentro de mi cuerpo. Mi futuro esposo gemía muy suave, tratando de removerse la venda que le impedía ver quién lo estaba cogiendo tan bien.
Sus amigos parecían embobados. Les hice un gesto a Pablo y a otro más; los que más me habían calentado siempre y les pedí en silencio que me dieran sus vergas, mi boca estaba desocupada en ese momento. Por supuesto enseguida la llené con dos pijas bien duras, chupándolas con gusto mientras me movía sobre la verga de Víctor.
Entre los dos me levantaron mi blusa y comenzaron a sobarme mis redondas tetas, lo que agregó un poco más de placer y morbo a la situación.
Por supuesto yo apenas gemía y suspiraba suavemente para no delatarme con Víctor. Generalmente sus cogidas siempre eran infernales y me hacía gritar como una perra en celo cada vez que nos revolcábamos en la cama, o en cualquier otro lado…
Finalmente Pablo sintió que ya estaba por explotar y me susurró al oído que quería metérmela por la cola, confesándome que siempre había querido cogerme así.
Volví a asentir en silencio y entonces él se me pegó a mi espalda, apoyándome la pija dura contra mis nalgas. Le dijo a Víctor que entre ambos iban a hacer un sándwich conmigo y por supuesto él aulló excitado.

Sentí la punta de la verga de Pablo, de buen tamaño y centímetro a centímetro fue penetrando mi estrecho ano, ese mismo estrecho ano que rara vez en esa época apenas le entregaba a Víctor…pero con la bronca que tenía esa noche, estaba dispuesta a hacer lo que fuera para vengarme.
Mientras esa dura pija comenzaba a perforar mi culo, Víctor se tensó hacia atrás y aulló enloquecido, mientras yo sentía toda su leche explotar en el fondo de mi concha.
“Te gusta mi verga en ese culito bien cerrado, putita hermosa? Me preguntaba Pablo, mientras empujaba cada vez más adentro y yo asentía con la cabeza, en silencio…

“Qué trola tan calentona, le encanta la pija” Aclamaba inocentemente Víctor debajo de mi cuerpo, provocando las risotadas de todos los presentes.
Pablo entonces comenzó a acelerar las embestidas y de repente experimenté un orgasmo increíble, rara vez me pasaba algo así mientras me cogían por el culo. En realidad, todavía tenía enterrada la verga bien endurecida de Víctor en mi concha y podía sentir que todavía latía, descargando de a poco más semen en mi vagina…
Pablo aulló de placer y descargó toda su leche dentro de mi ahora bien dilatado culo.

Después de ello sus amigos me levantaron en andas y me arrojaron sobre nuestra propia cama, me pusieron boca arriba y uno de ellos me cogió con furia, mis tobillos sobre sus hombros, mientras otros dos me ponían sus vergas al alcance de mi boca.
Así estuve hasta que amaneció, recibiendo semen de los amigotes de mi futuro marido en todos mis orificios y cavidades, mientras él seguía maniatado y vendado sin poder participar. Seguramente el turro estaría pensando que me había metido los cuernos por última vez con una prostituta experimentada, pero nunca se habrá imaginado que sus amigos iban a cogerse a su futura mujercita frente a él, en su propia cama y que jamás iba a enterarse.
Ni yo misma podía creer lo que había hecho esa noche, actuando como una verdadera puta, pero realmente lo había disfrutado muchísimo.

“Nunca había conocido una perra tan viciosa, seguro que no la atienden bien…”
Decía uno de los amigos, mientras me aplastaba contra la cama con su verga enterrada a fondo.

“Víctor, esta trola hasta tiene un aire a tu futura esposa” Dijo uno de los más atrevidos, mientras yo le chupaba la pija y descargaba su semen caliente en mi boca…

“Seguro tu novia está cogiendo con algún stripper en este momento” Comentó otro, mientras esperaba su turno masajeándose la verga.

Cuando todos estuvieron satisfechos me levanté de la cama, me limpié los restos de semen como pude y me fui sin que Víctor pudiera verme.
Una de mis amigas me recibió en su departamento; disfruté de un buen baño de inmersión y me masturbé recordando todas las pijas que me habían cogido. Luego disfruté ver el amanecer en brazos de mi amiga, que me lamió mi concha bien usada y abusada como solamente una mujer sabe hacerlo…Me imaginé entonces que había sido ella la que me había provocado ese orgasmo bajo la mesa mientras mirábamos a los strippers…

Por supuesto me casé con Víctor una semana después. Jamás le dije nada ni tampoco sus amigos se atrevieron a hacerlo.
Durante los años que vivimos en Buenos Aires, algunos de ellos me manoseaban la cola a escondidas cada vez que nos reuníamos y me proponían susurrando en mis oídos toda clase de barbaridades posibles…

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