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Capítulo 3. “La amiga de mi madre"
Estábamos en la cama Isa y yo, todavía sudorosos.
Isa me dijo: “no sé si podré tenerme en pie” sonrió y me besó.
En ese momento pensaba en Elena y me sentí culpable. Donde estaría, que estaba haciendo. Empezamos a vestirnos. Yo salí de “mi” cuarto y busqué por la casa a Elena.
Estaba sentada en la cocina con el albornoz puesto aún. Tenía los codos apoyados en la mesa y aguantaba la cabeza con ambas manos, como reflexionando o lo peor, llorando..
“¿Elena?”-la llamé con un hilo de voz.
Elena se giró, había estado llorando un buen rato al parecer, tenía la cara aún congestionada. Me miró con ojos tristes y como interrogantes: “¿te ha gustado?” parecía preguntar.
Yo agaché la cabeza, estaba avergonzado.. lo único que me importaba era que no hubiese oído nada. Yo suponía que no, porque no había ido a su cuarto a vestirse.
En ese momento, entró Isa en la cocina, puso una mano en el hombro de su hermana. Elena, ante el gesto de Isa, puso cara de asombro. Intuí que hacía mucho que no se tocaban.
Isa dijo: “gracias, no volveré a m*****aros”.
Contemplé la escena como un mero espectador, algo sorprendido, por lo que acababa de ocurrir y por como había cambiado tal vez, el ambiente.
Isabel se marchó. Yo me giré al oír el ruido de la puerta, como consciente de que tal vez, no la volvería a ver nunca más.
Traté de disimular una cierta sensación de vacío que noté.
Yo le puse las manos en los hombros y se derrumbó. Rompió a llorar. Intenté consolarla pero se zafó de mí, recogió la taza de su desayuno que se había quedado en la mesa y se dirigió al fregadero. Yo la seguí.
“Elena..” -acerté a decir tímidamente.
“¿Qué quieres Adrián”? “Dime, qué quieres que te cuente, a ver..” -inquirió rabiosa.
“Quiero que hablemos, no nos guardemos nada. Solo podemos hablar ahora, tu marido vendrá por la tarde. No quiero que nos quedemos así. El resto de semana no creo que estemos solos como hoy”.-le dije lo más calmado posible.
“Y qué quieres que te diga?, ¿como crees que me siento cuando te he tenido de “ceder” ante mi propia hermana para que os acostéis en mi casa?”..
“Solo puedo decirte lo mucho que lo siento que hayas tenido que vivir esto”. -mis palabras me sonaron ridículas.
“Ah si?, lo has “sentido” muchísimo, verdad?. Me he dado cuenta que te has girado cuando se ha ido. ¡Creo que os vais a echar mucho de menos!.”
Y dicho esto, se fue cabreada a su habitación. Yo la seguí. Se quitó el albornoz y se empezó a vestir. En ese momento sonó su móvil, lo cogió.
“ssh.. es mi marido, lo que faltaba”..-mandándome silencio.
Yo me fuí de la habitación y me dirigí a mi cuarto. Vi la mancha en las sábanas, ya ni me acordaba. Hice la cama aprisa y corriendo para que no lo viera Elena.
Escuché como terminó su conversación y volví a su dormitorio..
“Mi marido, dice que se queda hasta el fin de semana en Ibiza con su pandilla”.-y a continuación resopló como si aquello le m*****ara.
Me alegré pero no vi la misma cara de felicidad en Elena. Si no hubiese aparecido su hermana todo hubiese sido distinto.
No sabía ya cuando me sentí peor, si cuando fuimos sorprendidos, o ahora que estábamos teniendo la bronca. Esto me superaba, no tenía idea de como arreglarlo.
“Elena, tu querías que nadie se enterase, me pediste por favor que tu hermana no lo contara a nadie. Y tuve que hacer lo que he hecho. Me ha gustado, sí. Igual que me ha gustado acostarme contigo y me seguirá encantando si tu quieres.”
Percibí otro semblante en su cara. Fui sincero y eso lo apreció. Nos abrazamos largo rato.
Elena comenzó a sincerarse: “de todas las personas que te pudieras acostar, la que más me puede doler, es con ella”.
Comprendí que era una putada enorme, vivir con ello para el resto de su vida. Lo poco o mucho que yo le importase. Pero era su hermana. Me pareció en ese momento cruel lo que había venido a proponer. Si Isa podría tirarse a quien quisiera. Solo por joder a su hermana y quedarse media hora con su trofeo, se cortaría un brazo si fuera necesario.
Recordé su cara de incredulidad al vernos en la piscina. Su hermana mayor morreando desnuda a un pipiolo.
Sentí rabia hacia Isa y me compadecí de Elena, a quien sentía en ese momento como mía. Mi chica.
Comencé a besarla, a morrearla. Ella me correspondió también y tal y como tenía su rostro entre mis manos,la empujé suavemente hasta su cama. Yo ya llevaba un buen empalme y me puse a horcajadas encima de ella.
Elena me dijo: “te voy hacerla olvidar”..
Se empezó a quitar la ropa y se quedó en ropa interior blanca que le quedaba divina con el contraste de su piel morena. Me encantaba su cuerpo y le retiré la braga para poder tocarle su vagina y el clítoris. Ella se estremeció. Pero con su mano me hizo parar.
“No, no.. he dicho que te voy hacerla olvidar” y sonrío muy picarona.
Me bajó los pantalones y el slip. Yo estaba acostado boca arriba. Me cogió desde la base la polla con la mano derecha y empezó a chupármela. Dios, que sensación. Se la metía enterita en la boca, hasta el fondo, aquello hizo que estimulara más saliva porque noté como resbalaba en su boca como pedro por su casa. Luego, continuaba frotando arriba-abajo por su lengua, haciendo mucho hincapié en mi capullo. Después, me recogió los huevos con la otra mano. Sí que me estaba haciendo olvidar todo. Y ya cuando creí que podía levitar fue cuando me frotaba con la palma de su mano el glande.
“Elena, te quiero follar.”-susurré.
“Eso ya lo has hecho con mi hermana, quiero que te corras en mi boca”.
Aquello me puso más cachondo todavía. Además que lo estaba haciendo de fábula, si notaba “tensión” en el capullo, la liberaba haciéndome una paja durante unos instantes y volvía a metérsela toda otra vez en la boca y así volvía a empezar.
Como me la chupaba. Eso no lo iba a olvidar mientras viviera. Elena notó como me subía un poco de semen, todavía no me estaba corriendo, pero me succionó a modo de ventosa mi agujero de la polla con mucho cuidado, para saborearme al máximo, y seguía sobándome los huevos. Volvió a hacerme paja y yo asentí como que estaba cerca y ella asintió también, como que estaba preparada a mi señal para abrir bien la boca y recibir mi leche. Estaba tan cachondo que pese a dos folladas que
llevaba ya, iba a llenarla pero bien.
“Chupámela un poco más” -le rogué.
Elena obedeció, cada vez lo hacía mejor mi chica. Siguió metiéndosela hasta el fondo durante un ratito y continuó frotando y haciéndome paja, subiendo y bajando la piel, cubriéndome el capullo, haciendo el movimiento a toda velocidad y entonces grité:
“¡yaaaaa, me corro, me corrrooo!”..
Elena se la puso en la boca y aguantó mi polla entre su lengua y su paladar, rozando lo justo para que me diese todo el
placer del mundo y le llené la boca. Mientras me seguía corriendo, gradualmente, me frotó suavemente el capullo dentro.. Mi respiración recobró normalidad y yo seguí jadeando, expirando lo que me quedaba de corrida.
Ella sonrió satisfecha y vi como se tragó mi semen. Se acostó a mi lado y me acarició el pecho y el abdomen.
Y me dijo: “duérmete cariño”.
(Continuará).