Ricardo amigable Capítulo 1
Ricardo amigable Parte 1
Soy Ricardo, una persona del común. Trabajo en una empresa de seguridad. A veces en eventos, otras en Shoppings, o en empresas. No uso armas. Tengo 32 años, soy soltero, no tengo pareja. Soy alto, metro 90 y peso como 120 kilos, estoy algo pasado pero soy bastante fuerte. Blanco de piel y pelo negro, ojos marrones.
Tengo un secreto que no comento con nadie. Me gustan los hombres. Puedo ser tanto pasivo como activo. Más que nada en el mundo, amo las vergas en mi boca, tragar leche.
Soy incapaz de darlo a conocer, ni a mi familia ni a mis conocidos. Soy un tipo amigable. Pero reúso el participar de reuniones donde haya mujeres, mujeres solas que estén buscando relacionarse con algún hombre, ya sea con fines serios o para divertirse un rato. En las reuniones de amigos, hombres, no tengo problemas, pero nunca dejo traslucir mi sexualidad.
En la búsqueda soy, lo que se dice un cazador solitario. Aunque debo decir que mi derrotero es en lugares comunes. Bares gay, sauna gay y cuando ando con poca plata, voy a un cine porno, donde nos juntamos tipos con mi sexualidad.
El cine que suelo frecuentar, está en el centro de la ciudad. Los encargados me conocen, nos tratamos por nuestros nombres. Hay un par de chicas trans que al principio me trataban con desprecio, pero luego con mi forma de ser y algún regalo (nada importante) nos hicimos amigos y conversamos bastante. Especialmente con una de ellas, que digamos se llama Ethel.
Ethel es alta, metro 70 (como hombre no lo sería), con tacos es altísima. Delgada, operada, tiene unas tetas hermosas, buen culo, pero la verga es pequeña y es solamente pasiva. Es la que los tipos buscan en el cine, van al baño y se cogen. Antonio, el muchacho encargado (creo que es dueño o socio) No le cobra la entrada, por qué a veces él también se la coge. Antonio es hermoso, enorme, ex rugbier, que aunque nos llevamos con buena onda, no conseguí nunca nada de él.
Entre los habitués del lugar hay un par de muchachos, que nos llevamos muy bien. El que mejor relación tiene conmigo, es Felipe, un señor, algo mayor, acusa 50 años, canoso, algo gordito, pero muy simpático. Tiene una verga considerable y le encanta cogerme. El cine tiene dos salas, una donde pasan películas heterosexuales, en planta baja y en el subsuelo, una sala más pequeña donde pasan películas gay. Las chicas buscan su trabajo en la planta baja, pero cogen en los baños del subsuelo. Los que buscamos pija, nos juntamos en la sala del subsuelo.
Cuando ligamos algo, o cuando coincidimos con Felipe, vamos a un lugar apartado, grande, sin luces directas y varios rincones donde esconderse. Allí, me arrodillo y le chupo la verga hasta que siento su líquido pre seminal, le pongo un condón y le ofrezco el culo. Felipe me emperna con su linda pija y me acaba en el condón, pero adentro del culo. Luego nos sentamos a “ver” la película, nos besamos nos acariciamos y comúnmente el me chupa la verga hasta que le acabo en la boca, otras veces solo me masturba. ¡Qué lindo la chupa Felipe! Luego nos quedamos hablando de nuestras cosas. Es casado, tiene tres hijos, 2 nenas y un varón, grandes los tres. Se casó joven y me cuenta que la señora es un ser horrible y que hace años que no cogen. Es albañil. Y le gusta más coger hombres “putos” como yo, que andar boludeando con minas. La mujer lo intuye, pero se lo banca. Cuando coincidimos, ninguno de los que nos conocen nos joden o nos buscan, somos como una de las parejas oficiales del lugar. Si no coincidimos somos las presas o a veces cazadores. Siempre, termino chupando un par de pijas y a veces hasta me dan por el culo, rara vez soy yo el que penetra al otro.
Hace unas semanas en un Bar que ostenta un cartel de Gay Friendly, en la zona de San Telmo, llegué cerca de las 11 de la noche, era sábado, había bastante gente. Muchos turistas y otros locales. A los 5 minutos, ya podía distinguir a los taxiboys, no me agradan. Son patovicas, agresivos, te terminan tratando mal y sacándote mucha guita. Siento que me llaman por mi nombre. Era Cándido, pero lo llamamos Coco, otro de mis amigos del Cine.
– ¿Estás solo? Vení sentate que estoy con unos amigos.
Me presenta, Emilio y Rubén. Dos tipos de nuestra edad. Ninguno de los cuatro teníamos más de 35 años. Rubén le dice a Coco.
– Papito, se nos hace tarde, vamos a mi casa y te cuento algunos secretos.
Se fueron y me quedo con Emilio. Alto, delgado, rubio muy blanco. Un tipo que se nota muy educado, me cuenta que es abogado, que trabaja en Tribunales, soltero.
– ¿Tenés pareja?
– No. ¿te interesa el tema?
Luego de una hora, ya me había tomado de la mano y acariciaba mi espalda y con su pierna me rozaba la mía. Lo encaro y lo beso. Me devuelve el beso. Vamos a mi casa, me dice de una.
Vive en San Telmo, muy cerca del bar, por lo que fuimos caminando. Una casa tipo Petit Hotel, que fue subdividida en pequeñas propiedades. Subimos por escalera, hasta el último piso, 5to. Se ve que eran las habitaciones de los sirvientes. Entramos, coqueto dos ambientes. Sala-Comedor, grande, dormitorio enorme con una cama matrimonial, de esas King, baño y cocina. El departamento tiene una pequeña terraza, donde está el lavadero. Todo puesto con buen gusto. Les cuento que todo esto lo vi a la mañana siguiente, en un primer momento estuvimos en otras cosas.
Era una noche cálida, fuimos a la terraza. Tiene una vista hermosa. Nos acomodamos en una reposera y comenzamos a besarnos. Le quito la camisa y le beso las tetitas y los pezones, él me devuelve el gesto. Como yo soy algo gordo, mis tetas son grandes aunque tengo pezones pequeños, pero me calienta mucho que me los besen. Mientras él está en mis pezones, le acaricio la verga por sobre los pantalones. Parece ser una verga importante.
– Vení, Ricardo vamos a la cama
Tomamos nuestras camisas y fuimos al dormitorio. Nos desnudamos y efectivamente la pija es muy grande, larga y gorda, pongámosle 20 centímetros, 4 o 5 de circunferencia, algo doblada al medio, no mucho y una cabeza más ancha que el resto. Lo primero fue un 69. Sabrosa verga y el tipo está todo perfumado. En el cine, nunca nadie usa perfume. Me encantó tragarme ese hermoso pedazo. Me pongo boca abajo y él me chupa el culo, me pone una almohada para que mi trasero quede más elevado. Me mete la lengua y un dedo. ¡Mi Dios, qué bien lo hace!
– Te voy a coger, Ricardo.
– Creí que no me ibas a decir, nunca. Ponete forro, Emilio.
Primero me puso lubricante con los dedos, creo que llegó hasta el apéndice lubricando me culo. Se calzó el forro, lo lubricó y comenzó la destrucción hermosa de mi orto. Lo fue metiendo de a poco, cuando sentí sus bolas en mis nalgas, supe que tenía todo ese camión en mi culo. Me dolió algo, nunca tuve algo así adentro, esas pijas solo las veo en las películas porno. Bueno, estuvo dentro mío como media hora, me daba a lo bestia, luego suave. Yo deliraba de placer. Finalmente, sacó la pija del orto, sacó el forro y me vino a acabar en la boca. Abundante leche calentita, dulce, me tragué un montón.
– Gracias Emilio…
Nos quedamos en la cama, besándonos, tocándonos. Al rato, baja a mi modesta pija, me empalma con la boca, saca otro forro, me lo pone, le pone lubricante. Él se pone tipo perrito, se lubrica el orto. Me hace una señal y lo emperno. Toda mi modesta jabalina en el orto de Emilio, duro menos que él y fui medio lento, apenas llegué a acabarle en las nalgas. Junto algo de leche con los dedos y le hago que los chupe.
– Gracias Ricardo.
Nos reímos como dos pendejos.
– Vení, vamos a darnos una ducha.
Nos duchamos juntos, fue divertido, Jugamos con el agua, me chupó las tetas con ganas.
– Ricardo, tus tetas son casi mejores que tu culo, que es hermoso
– Pero nada se compara con tu verga, es deliciosa.
Estábamos empalmados otra vez. Lo masturbé con la boca y me dio una modesta porción de esperma, que la tragué toda. Luego él me toma la pija con las manos, me hace la paja y cuando acabo, toma la leche con los dedos y se la traga también.
Terminamos de ducharnos, no secamos y en bolas, salimos a la terraza.
– Por suerte no tenemos vecinos
– Me encanta este lugar.
Ahora estábamos cada uno en una reposera, por suerte tiene dos.
Tarde nos fuimos a dormir. Yo duermo boca arriba. En la noche, siento que pone una pierna en mi panza y duerme abrazándome.
Igualmente nos levantamos temprano. Vestidos, fuimos a una panadería, compramos churros y volvimos a desayunar con mate.
– ¿Qué vas a hacer Ricardo?
– Los domingos almuerzo con mi vieja.
– No. No digo hoy, ¿vas a seguir viniendo?
– Yo,,, me interesa… me gustás… pero no se vos…
– Te invito a que nos encontremos acá los sábados. Te paso mi número de celular, llamame, ahora, así tengo el tuyo.
– Sí, quiero seguir viéndote.
Lo llamo. Cuando suena el de él. Corto. Y lo pongo entre mis contactos.
– Tengo un hermano que se llama Ricardo, así que vos vas ser Ricardo amigable.
Continuará.