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Con un extraño en el baño de un rest
Con un extraño en el baño del restaurante
Una noche de primavera, estando en Buenos Aires visitando amigos y parientes, mi adorado Víctor me llevó a cenar afuera, a un bonito lugar.
Como siempre, mi marido me pidió que me vistiera algo sexy y entonces elegí un lindo vestido negro, sin mangas, con la espalda algo desnuda y bastante corto, por encima de las rodillas. Debajo me puse una finísima tanga de algodón color negro, que apenas cubría mi vulva depilada…
Por supuesto llevaba medias de nylon negro y unos tacones tipo stiletto que realzaban mis largas piernas…
Fuimos a un restaurante, compartimos una botella de vino y estuvimos toda la cena fantaseando y hablando de las cosas sucias que haríamos esa noche al regresar a nuestro hotel…
Luego de la cena fuimos al bar por unas copas y nos sentamos en una mesa con taburetes altos. Cuando crucé mis piernas, pude ver que un hombre joven sentado frente a mí, observaba con detenimiento mis movimientos, en especial mis piernas…
Decidí provocarlo un poco para divertirme y entonces abrí y cerré otra vez los muslos, dejándole ver mi diminuta tanga negra.
Lo miré y me devolvió la mirada sonriendo.
Cuando Víctor se levantó para ir al baño, aproveché el momento para quitarme la tanga y guardarla en mi cartera. Ahora, cada vez que abría las piernas, el joven podía apreciar mi rajita bien depilada y con mis jugos brillando en la oscuridad, ya que el morbo de saberme observada y deseada, había hecho humedecerme bastante. Podía sentirlo y ello me calentaba más y más todavía.
El joven estaba en realidad compartiendo su mesa con otra pareja y una mujer, que seguramente era su novia. Solamente él podía ver mis muslos abiertos ofreciéndome…
Yo le lanzaba alguna mirada cómplice de vez en cuando y él sonreía mientras simulaba hablar con sus amigos…. El tipo ya me miraba la entrepierna descaradamente.
De repente se levantó, se excusó con sus amigos y se dirigió al baño. Al pasar frente a nuestra mesa me hizo un gesto imperceptible para que lo siguiera. El morbo se apoderó de mi cuerpo; sentí que estaba al borde de un orgasmo.
Me disculpé con Víctor y yo también me levanté para ir al baño de damas… pero nunca llegué allí; Una mano salió desde atrás de una puerta y me arrastró hacia el baño de hombres.
El tipo me metió a empujones en una de las cabinas y me aplastó con su cuerpo contra el mamparo, diciéndome:
“Me estuviste provocando toda la noche, putita, veamos que me vas a ofrecer ahora…”
Le mentí diciéndole que me encontraba indispuesta, pero le ofrecí a cambio darle una buena mamada… la mejor mamada de su vida…
Sonrió y en silencio se desabrochó los pantalones y sacó una verga de dimensiones impresionantes. Me empujó por la nuca hacia abajo, hasta que abrí la boca y me engullí esa tremenda pija dura.
Estuve más de cinco minutos lamiendo y chupando, comiendo y mordiendo esa magnífica cosa, hasta que el tipo gimió un poco más alto y finalmente acabó llenándome la boca de semen tibio.
“Era verdad lo que prometiste, perra; ni siquiera la puta de mi novia me la chupa así”. Dijo muy satisfecho.
Quise salir de la cabina para enjuagarme los restos de semen de mi boca.
“Un momento, putita, tu culito redondo no está indispuesto para mi verga…”
Le supliqué que me dejara ir, ya le había chupado muy bien la verga y llevaba más de diez minutos dentro del baño; mi marido podría preocuparse e iría a buscarme al baño de damas… No iba a encontrarme allí adentro…
Pero fue todo inútil: bajé la mirada y pude ver que su verga enorme seguía durísima. El joven me tomó por la cintura y me hizo girar en el aire, haciéndome apoyar mis manos sobre el mamparo opuesto. Me levantó el vestido negro hasta la cintura y mientras yo intentaba protestar, él me ensartó violentamente la verga en mi estrecho culo, haciéndome aullar de dolor…
Le pedí que tuviera más cuidado y me cogiera despacio, mi ano no estaba lubricado para nada y el ardor que me provocaban sus estocadas brutales era realmente insoportable.
Pero el hijo de puta estaba dedicado a su propio placer y no le importaba nada. Siguió taladrándome el culo por otros cinco minutos, hasta que sentí su pija hincharse dentro de mi cuerpo y finalmente me llenó con más semen bien caliente.
Me la sacó despacio y me pegó unas cachetadas en las nalgas.
“Gracias, putita… lindo culo el tuyo, ahora estoy realmente satisfecho…”
Se acomodó las ropas y salió del baño, dejándome ahí con el culo bien abierto y goteando semen entre mis muslos.
Me limpié un poco y regresé con Víctor, que no se había preocupado para nada por mi tardanza.
Un rato después mi adorado marido me dijo sonriendo:
“Ese tipo de enfrente está mirando de reojo tu entrepierna… seguramente debe ser un terrible pajero, a pesar de que su novia es bien bonita…”
Sonreí y miré a esa chica fina y delicada, que seguramente nunca había aguantado la dura verga de su novio por el culo… o tal vez si???