Miriam y un lamentable error
Miriam me llamó bastante alterada esa mañana. Pude notar su enojo; pero también el tono de preocupación en su voz. Necesitaba contarme algo grave…
Me reuní con ella al mediodía, en el patio de comidas del shopping más cercano. Me dijo que estaba con mucha bronca y sin saber bien qué poder hacer. Le pedí que se calmara y me explicara todo desde el principio.
Confesó que había cometido un error bastante simple y ahora iba a pagar las consecuencias de ello.
Un par de semanas antes había cogido con Ezequiel, el noviecito de su hija Sol. Había ocurrido de la manera más absurda: el pibe apareció por su casa; la nena en la casa de una amiga; el marido en viaje de pesca con amigos… y por supuesto Miriam, más caliente y lista para hacer una macana con un pendejo…
Así que lo llevó a la cama y pasó toda una tarde aullando como una perra entre los juveniles brazos de su futuro yerno; que la cogió de una manera infernal…
Pero antes de empezar, el chico se las arregló para filmar toda la escena con la cámara de su teléfono; sin que mi amiga pudiera notarlo.
Un par de días más tarde, Miriam recibió un mail de Ezequiel, donde se la veía aullando a cuatro patas en su propia cama marital y pidiéndole a gritos a ese chico que la cogiera más fuerte…
Ahora el mocoso quería plata y convertir a mi amiga en su juguete sexual para cogerla cuando a él se le antojara; de lo contrario, le mostraría todo a su esposo.
Traté de calmarla, diciéndole que encontraríamos una solución.
Me dijo el dinero no representaba ningún problema para ella; pero el pendejo quería enfiestarla con varios de sus amigos en una despedida de soltero y que eso ella no estaba dispuesta a aceptarlo.
Le dije que yo estaba dispuesta a acompañarla si hacía falta, pero rechazó la idea, diciendo que entonces los pendejos iban a querer cogernos a las dos.
Un par de días después encontró una posible solución. Habló con Ezequiel, proponiéndole hacer lo siguiente; ella iría a esa fiesta de despedida; les haría un show de strip tease sensual a sus amigos; solamente cogería con el agasajado frente a todos y después le entregaría la cola en privado al mismo Ezequiel…
El pibe aceptó la propuesta, contento de tener una suegra tan terriblemente puta.
Me ofrecí para llevarla hasta el lugar y esperarla en el auto por si las cosas se le iban de las manos. Cuando fui a buscarla ya estaba lista: un vestido negro muy corto, con la espalda descubierta y un amplio escote que dejaba adivinar el surco entre sus redondas y firmes tetas. Se había puesto unas medias de red de color negro, portaligas, tacos bien altos y un impermeable oscuro.
Miriam quería que yo le ayudara a relajarse y a dilatar sus orificios, ya que pensaba se los iban a dejar a la miseria esa noche. Nos acostamos en su cama y así vestida como estaba le metí un consolador enorme en su húmeda concha y después de hacerla acabar un par de veces, también la penetré analmente, lubricando su entrada para que después le doliera menos. Verla así tan caliente me provocó una excitación muy particular y yo tuve mi propio orgasmo también.
Llegamos al lugar casi a la medianoche. Se podía oír los sonidos estridentes de una música espantosa. Acompañé a Miriam hasta la puerta y luego volví al auto.
Después de verla entrar noté que la casa tenía un pasillo lateral y que se podía ver el interior desde una ventana, así que muy cuidadosamente regresé al jardín y me deslicé por ese costado.
La ventana estaba entreabierta y la música había dejado de sonar. Me asomé y pude ver a mi amiga de pie en el medio del salón, rodeada de seis mocosos ya bastante obnubilados por el alcohol. Uno de ellos estaba maniatado desnudo a una silla; supuse que ése era el novio; motivo de la despedida de soltero.
La música comenzó a llenar el ambiente, pero ahora a un volumen moderado y en un estilo mucho más relajante y hasta sensual y suave.
Miriam comenzó a bailar desplegando toda la sensualidad, haciendo que los pendejos aullaran como perros a la luna. Se quitó el impermeable y la vista de su vestido negro volvió locos a todos los presentes. Luego se quitó una diminuta tanga, quedando su pubis depilado totalmente expuesto. Ella subía y bajaba las manos por todo su cuerpo, tocándose y mostrando a los pibes las medias, el portaligas y su concha depilada y ya humedecida.
Después de unos cuantos movimientos sicalípticos quedó casi completamente desnuda, solamente vestida con las medias de nylon y los tacos altos.
Entonces le llegó el turno al agasajado, que ya tenía la verga durísima apuntando hacia el techo. Mi amiga se acercó sensualmente y se puso a horcajadas sobre él, deslizando una mano entre sus piernas, buscando empalarse en esa cosa dura y enorme. Pude ver cómo esa verga se perdía dentro de la concha de Miriam, mientras ella echaba la cabeza atrás y comenzaba a gemir de placer. Una vez que se la metió hasta el fondo comenzó a moverse hacia adelante y atrás, con un ritmo enloquecedor. Por supuesto el novio no aguantó ni cinco minutos. Enseguida se tensó, derramándose dentro de la concha de mi sensual amiga. Ella no tuvo tiempo de alcanzar su propio orgasmo; abrió los ojos, lo miró al pibe con cara de decepción y muy despacio se levantó, sacándose esa verga ahora no tan erecta.
Miró a los demás a los ojos, comprobó que el estado general ahora era deplorable en todos ellos y le tendió la mano a Ezequiel, que reaccionó enseguida y la cargó sobre sus anchos hombros, enfilando con ella hacia una habitación trasera.
Me moví rápidamente hacia atrás, encontrando que la ventana de esa habitación también estaba abierta. Llegué justo cuando ese pibe arrojaba a mi amiga sobre una cama bastante amplia.
Le ordenó que se pusiera en cuatro patas, mientras le decía que le iba a romper el culo, como nunca nadie se lo había roto…
Miriam le advirtió que debería esforzarse mejor que su amigo; quien la había dejado bastante caliente y sin poder acabar, con ese polvo casi instantáneo…
El pibe se desnudó sonriendo y la visión de su verga me hizo temblar. Era una cosa enorme, a pesar de que todavía estaba en estado de reposo. Miriam no iba a poder aguantar semejante tamaño de pija en su estrecho culo.
Se ubicó a espaldas de mi amiga, entre sus hermosas piernas abiertas y se lubricó la punta de su pija con un gel que había en la mesa de luz. Se inclinó sobre Miriam para preguntarle si quería coger bien duro, a lo que naturalmente ella respondió que sí; no quería que simplemente le hiciera la cola, sino que le rompiera el culo.
Ezequiel no perdió más tiempo. El alarido de Miriam me dio a entender que semejante verga gruesa y bien dura le había entrado en un solo empujón hasta el fondo y que su estrecho culo había recibido ese primer embate sin piedad.
El pibe se movía reamente muy bien. Por unos momentos ella dejó de gemir y solamente pudo oírse el crujido de la cama debido a la violencia y la rapidez de los movimientos. El pendejo parecía coger como un conejo. Ahora entendía por qué mi amiga no se había resistido demasiado a cumplir su parte del trato con él…
Después de bombearla durante más de diez minutos Miriam comenzó a sollozar, diciendo que estaba por acabar gracias a esa pija enterrada en su culo. De repente dejó escapar un alarido prolongado y luego cayó sobre las sábanas. El pibe sonrió al ver que la había hecho gozar y continuó metiendo y sacando, para gritar un par de minutos después y acabar vaciándose en el ano de Miriam…
Luego descansó sobre la espalda de la abatida Miriam y muy despacio se retiró de ella, encerrándose en el baño. Al salir le prometió a mi amiga que iba a destruir las copias de las filmaciones anteriores y que si ella necesitaba coger en el futuro, él siempre estaría disponible para sacarle las ganas y la calentura.
Miriam le espetó con bronca, si a Sol también le daba así por el culo…
El chico sonrió y juró que la cola de la nena todavía era virgen. No necesitaba tocarla, sabiendo que su suegra era una perra sensual y caliente, siempre dispuesta a coger…
Miriam sonrió débilmente y se levantó de la cama. De sus muslos le chorreaba el semen que salía de su ahora dilatado ano. Se vistió en el salón, donde sus ropas habían quedado tiradas entre los demás mocosos que estaban despatarrados en un estado calamitoso y se dirigió a la salida sin saludar.
Fui a su encuentro, notando que caminaba despacio y con cierta dificultad.
Miriam sonrió y me agradeció que yo estuviera ahí. Me dijo que el pendejo le había dejado el culo destrozado; pero ella lo había disfrutado muchísimo…
Conduje en silencio hasta su casa, pensando que la próxima vez no sería una mala idea compartir con mi amiga una fiesta de despedida de soltero…