Otra caminata nocturna por calles oscuras
Otra caminata nocturna por calles oscuras
No había quedado satisfecha luego de la primera vez que había sido abusada por un desconocido en una calle oscura. Necesitaba todavía algo más.
Sabía que era demasiado peligroso, pero sentía la necesidad de hacerlo. Pensaba en ello cada vez que me masturbaba.
La segunda vez sucedió durante otra ausencia de Víctor.
El lugar elegido fue una zona de fábricas abandonadas, en cuyas calles había algunas casas deshabitadas.
Esa noche me había vestido un poco más como una buena perrita, Con unas calzas negras bien ajustadas a mi cola, zapatos de taco alto y una musculosa blanca que me hacía parecer casi desnuda. Llevaba una diminuta tanga negra y nada de corpiño.
Cuando justo pasaba por el garage de una casa abandonada, sentí que me sujetaban del brazo y me tiraban al suelo. Caí de costado e instintivamente empecé a gritar.
Alguien me levantó de atrás, tirándome de los pelos y un fornido brazo me sujetó del cuello, haciendo presión y provocándome asfixia, evitando que yo siguiera gritando.
El hombre me tiró al suelo y se abalanzó sobre mi cuerpo. Volvió a aferrarme del cuello para que no gritara más y me desgarró la musculosa a manotazos. Me manoseó las tetas con su mano libre y enseguida me bajó las calzas hasta la mitad de mis muslos.
Sentí que sus dedos corrían mi tanga a un lado y enseguida se enterraban bien profundo dentro de mi concha. Comenzó a meterme sus dedos ásperos por un buen rato, acariciando mi clítoris y pellizcándome los labios vaginales.
Intenté zafarme de su mano y alcancé a darle un buen rodillazo, pero se rió y me soltó el cuello, dándome un par de bofetadas con esa misma mano. Me miró con ojos bastante crueles y me dijo:
“Vas a quedarte bien quieta, putita, o realmente vas a pasarlo muy mal”
Ello me convenció de calmarme y no continuar resistiéndome.
Sacó sus dedos de mi concha y se levantó, arrastrándome contra una pared. Me dejó allí sentada en el suelo frío, con mi espalda apoyada contra esa pared. Se paró delante de mí y sonriendo, sacó su verga del pantalón.
“Ahora vas a abrir esa linda boquita y a comerte mi pija, nena” Me advirtió.
Asentí que había entendido y entonces él me la fue acercando a la boca. Abrí mis labios todo lo que pude para recibirla y de una sola embestida me la metió hasta el fondo, sin anestesia.
Comenzó a cogerme la boca como si fuera una concha. Estuvo así por más de cinco minutos bombeándome la boca; hasta que con mi mandíbula cansada y dolorida, cerré mis dientes apenas y raspé con ellos la punta de su verga. El tipo gritó de dolor como si lo estuvieran matando, sacó la pija de mi boca y aulló que yo era una perra sucia, al mismo tiempo que me daba varios cachetazos en la cara.
Eso me dejó un poco mareada y atontada. Cuando recuperé el sentido, me encontré boca abajo, apoyada en el suelo sobre mis codos y rodillas.
Sentí un dolor muy intenso y supe que el hijo de puta me estaba cogiendo por el culo.
“Ahora vas a ver cómo te coge un verdadero macho, por el culo, putita”. Dijo al ver que yo reaccionaba y trataba de resistirme a la penetración de mi entrada trasera.
Su verga era gruesa y me producía gran dolor pero no tenía más voluntad para gritar, estaba con mi cara contra el suelo y con cada embestida el frío cemento raspaba mis pezones y mejillas. Sentía ardor, pero tampoco me importaba, estaba casi entregada.
Mientras mantuve la consciencia, el tipo acabó dos veces dentro de mi culo, llenándomelo de semen hirviente. Luego perdí el contacto con la realidad durante un buen rato, quedando desmayada sobre el piso húmedo y frío.
Al recobrarme, sentí que mi culo estaba bastante abierto, dolorido y me ardía mucho. De repente el tipo se inclinó junto a mí, susurrando al oído que me merecía todo esto por puta. Sentí entonces más dolor en mi culo, como si me hubiesen clavado algo.
Mi atacante movió sus manos, haciéndome aullar de dolor, con ese objeto frío y duro enterrado en mi recto. Lo movió entrando y saliendo, hasta que finalmente se cansó y lo arrojó a un costado. Era algo metálico, por el ruido que hizo al chocar contra el piso.
Con ello, el tipo finalmente desapareció del lugar. Yo me quedé inmóvil, como me encontraba, boca abajo tratando de recuperar el movimiento de mi cuerpo entumecido. Estaba en una especie de trance de pura paz, no sentía nada, el cansancio superaba todo.
Al levantarme pude ver por una ventana que ya estaba clareando el día.
Busqué mi tanga pero no pude encontrarla por ningún lado. Al ponerme las calzas sentí humedad en mi vagina y entonces encontré que tenía semen dentro de ella…
Evidentemente estuve desmayada durante un buen rato, ya que no recordaba que el tipo me hubiera cogido por la concha…
Regresé hasta mi auto estacionado; caminando con cierta dificultad por mi culo roto.
Al llegar a casa no tuve ni ánimos para bañarme; caí rendida sobre mi cama hasta el mediodía. Sentía que ese hijo de puta había abusado a su antojo de todos mis orificios, pero la situación realmente me había calentado… y mucho…