Entregada a los amigos de mis vecinos

Entregada a los amigos de mis vecinos
Entregada a los amigos de mis vecinos.

Después de varias semanas de no cruzármelos ni siquiera en los pasillos del edificio, reaparecieron mis vecinos Facundo y Nicolás.
Lo hicieron como siempre, apareciendo de la nada a mis espaldas, cuando entraba al ascensor en la planta baja. Me empujaron dentro de la cabina y me metieron mano por todos mis recovecos, sacando finalmente sus dedos humedecidos de mi vagina.
“Anita, puta, estás caliente como siempre” Dijo Facundo, mostrando triunfalmente sus dedos manchados con mis jugos vaginales a su amigo.

Víctor estaba de viaje; así que yo andaba sola y bastante caliente; por eso los invité a mi casa, pero ambos dijeron que tenían apuro y que no podían disponer de tiempo ni siquiera para un polvo rápido. Así que lo dejamos para otra ocasión…
Arreglamos para el sábado por la tarde; yo iría a su departamento. Antes de comerme la boca en un profundo beso de despedida, Nicolás me pidió que me vistiera como una puta; con tacones altos, medias negras hasta los muslos, una falda bien corta que apenas me tapara el culo y, por supuesto, nada de perder tiempo con una tanga… Facundo dijo que me esperaban.

Así vestida como una trola callejera, fui a golpear a su puerta. Abrió un chico desconocido, que me miró de arriba abajo y solamente anunció:
“Ya llegó la otra putarraca…”
Facundo se acercó y me arrastró hacia adentro, sonriendo y dándome una palmada sobre mi cola.
Allí sentada en un sofá había una travesti, muy sensual y vestida mucho más de puta que yo misma. Me senté junto a ella y Facundo me ofreció tomar lo que quisiera, como para ir calentando el ambiente.
La nena trans se presentó como Pamela. Me senté junto a ella con mis piernas abiertas, como invitándola a dar un paso más que un simple saludo. Me comió la boca con un tremendo beso de lengua y metió sus dedos bajo mi breve minifalda, comenzando a hurgar mi concha ya humedecida…

Dimos un buen espectáculo al desconocido, que se llamaba Pedro. Luego Nicolás anunció que todavía faltaban otros dos invitados y unos minutos después llamaron a la puerta.
Aparecieron otros dos hombres, que fueron presentados como Miguel, un tipo algo mayor que dijo ser el tío de Facundo y otro de edad mediana, bastante apuesto y algo corpulento, llamado Eugenio.

Pamela y yo los saludamos y les servimos unos tragos, mientras esos desconocidos nos metían mano por las piernas y el culo…
Después de los primeros sorbos de alcohol, Facundo dijo:
“A ver nenas, queremos ver un buen espectáculo lésbico…”

Pamela y yo nos quitamos las faldas, quedando solamente con nuestras blusas y tacos altos. Nos besamos, mientras ella hurgaba entre mis labios vaginales y yo estrujaba su verga, que cada vez crecía más y más.
Finalmente me desprendí de sus dedos y me agaché para comerme su verga entera. Eso hizo delirar a nuestros espectadores, que a esta altura ya se tocaban los bultos por sobre sus pantalones…

De repente el hombre mayor se levantó de su asiento, me tomó con rudeza por los cabellos y me arrastró hasta un dormitorio. Allí me hizo acuclillar y me ordenó que le chupara la verga, que ya estaba bastante erecta.
Apareció Esteban en la puerta y desde allí dijo riéndose:
“Ya veo, tío, que te gusta mi vecina; buena hembra, qué te parece…?”
El tío Miguel masculló algo y dijo que yo era una puta increíble. Apenas Facundo regresó al comedor, Miguel se ubicó a mis espaldas, me hizo apoyar mis codos en el suelo y sin ningún aviso previo, me la metió por el culo hasta que sus bolas chocaron contra mis cachetes.

Grité más por sorpresa que por dolor; entonces el tipo me dio un par de cachetadas y me ordenó que no gritara tanto. Después se dedicó a bombearme el culo con todas las ganas. Me parecía increíble que un hombre de su edad pudiera tener tanta potencia. Comenzó a darme palmadas en mis nalgas, mientras me gritaba y reclamaba:
“Vamos, putita, quiero oírte decir que te encanta mi pija en tu culo…”,
“Sí, hijo de puta, me encanta que me rompas el culo con tu pija dura…”

Se salió de mi culo y aferró mis caderas; entonces sentí que el viejo rugía y soltaba su semen caliente sobre mis nalgas. Luego me ordenó que trajera su copa del comedor. Me levanté un poco dolorida y tambaleante.
En el comedor me incliné para recoger la copa de una mesa baja. Eso le gustó a Nicolás, que me tomó por los brazos y me llevó hasta un sillón. Ahí se sentó y me hizo cabalgar sobre su verga tiesa, empalándose con violencia en mi concha.

Miré hacia atrás y vi a Pamela en cuatro patas sobre el suelo, soportando con los ojos cerrados el embate en su culo de Pedro, que tenía una pija bastante gruesa y larga. Ella suspiraba y gemía muy suavemente.
Nicolás muy rápido descargó su semen dentro de mi concha y me ordenó que regresara con Miguel. Apenas entré a la habitación y le entregué al viejo su trago, Eugenio apareció a mis espaldas y me empujó hacia la cama. Se sentó allí y me ordenó que cabalgara sobre su verga.

Había comenzado a balancearme sobre su verga, cuando noté un suave trapo húmedo en mi espalda. Era Facundo, que limpiaba suavemente los restos de semen que había dejado su tío en mi cuerpo.
“Te gusta la pija de mi amigo, Anita?… Ahora vas a tener dos adentro…”
Susurró Facundo en mi oído, segundos antes de enterrarme su dura verga por el culo. Comenzamos los tres a balancearnos y a tomar ritmo, hasta que de repente Eugenio gritó y yo sentí una descarga caliente en el fondo de mi vagina. Después se quedó quieto, mientras yo seguía moviéndome sobre su cuerpo, todavía empalada entre las dos pijas.
Facundo siguió dándome por el culo unos instantes más y finalmente agregó más semen a la descarga anterior de su tío.

Mientras se salía muy despacio de mi trasero, pudimos oír un grito lastimero desde el comedor. Era Pamela, que se quejaba ahora mucho.
“La traba descubrió que Nicolás la tiene más grande que todos nosotros”.
Comentó Facundo, mientras él y su amigo reían a carcajadas.

Me ordenaron que fuera a darme una ducha y así lo hice. Al regresar al comedor, Pamela ahora estaba boca arriba, con la verga de Eugenio entrando y saliendo de su culo, mientras ella se la chupaba al viejo Miguel.
Nicolás me dijo que quería una segunda vuelta conmigo; me hizo poner en cuatro sobre la alfombra y allí me empaló el trasero sin nada de delicadeza.

Así estuvimos cogiendo hasta que se hizo de noche; en mi caso la mayoría de las veces se turnaban para hacerme una doble penetración. Como broche de oro, le ordenaron a Pamela que me sodomizara. Su verga en mi culo fue todo un alivio, ya que me penetró muy suavemente y me cogió con mucha delicadeza hasta que también ella se descargó en mi cuerpo.

Perdí la cuenta de todas las vergas que penetraron mis orificios y de todos los orgasmos que me provocaron.
Cerca de la medianoche, Facundo me acompañó hasta mi departamento, ya que casi no podía cerrar las piernas para caminar. Ya en mi casa me miré en el espejo y pude ver mi ano totalmente dilatado, mis labios vaginales muy inflamados y mucho semen deslizándose entre mis muslos.

Después de un buen baño caliente, me senté relajada para llamar a Víctor a su hotel. Me preguntó cómo estaba todo. Le dije que lo amaba, que extrañaba su verga… y que regresara pronto para calmar mi calentura…

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